pueblos indígenas afromexicanos
Durante estos últimos años hemos podido observar cómo los programas para el bienestar han beneficiado a un aproximado de 5 millones 617 mil 849 personas, de municipios con presencia indígena y afromexicana, tal como ha señalado el director general del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, Adelfo Regino Montes. Sin embargo, aún faltan factores y elementos que atender, para garantizar un ejercicio pleno de los derechos humanos de cada mujer y hombre indígena y afrodescendiente.
En ese sentido, y tal como establece el principio de progresividad de los derechos humanos, siempre se debe avanzar gradual y constantemente hacia la realización plena de estos. Las mujeres y los hombres indígenas somos ancestralidad, arte, tradiciones, filosofía, agricultura y política. Como sociedad y nación tenemos el deber de garantizar, así como el respetar la participación de los pueblos indígenas y afrodescendientes, en esta última: la política.
Para ello es fundamental que se adopten enfoques inclusivos, antirracistas y decoloniales, a efecto de respetar nuestros derechos fundamentales. Los pueblos indígenas a menudo enfrentamos desafíos significativos para involucrarnos plenamente en los procesos políticos, debido a la discriminación mediante el perfilamiento racial, la marginación histórica y las barreras culturales.
El primer paso fundamental es reconocer y respetar los derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos, como se establece en tratados internacionales, la Constitución y la legislación nacional; esto incluye el derecho a la autodeterminación, la tierra, territorio, la cultura y la participación política.
Promover la representación de los pueblos indígenas en los órganos de gobierno es crucial, y esto puede lograrse a través de la elección de representantes indígenas y afrodescendientes en legislaturas locales y federales, así como con la creación de escaños reservados para estas comunidades.
Los pueblos indígenas y afro tenemos el derecho de reivindicarnos mediante nuestra propia voz, ocupando puestos de poder y decisión que nos permitan vivir en una sociedad más justa, libre, humana, democrática, antirracista y con una cultura amplia en la protección de los derechos humanos.