Por muchos años, ser una persona joven fue visto como un sinónimo de inexperiencia y desconocimiento; ser joven significaba ser apenas un “adulto en proceso”, dependiente de alguien más, sin voz ni participación social.
Los gobiernos anteriores marginaban a las juventudes, llegando hasta señalar y criminalizar las luchas sociales que surgían desde espacios comunes como los estudiantiles, mismos que tenían como objetivo visibilizar las desigualdades sociales y exigencias de las y los jóvenes del país.
Los espacios fueron cerrados y las llamas de la lucha quisieron ser apagadas, como sucedió en el 68 en la masacre de Tlatelolco y con los 43 normalistas de Ayotzinapa en el 2014, pero las y los jóvenes no se quedaron en silencio.
Esta lucha constante ha dado frutos, un ejemplo es la participación electoral de 2018 en donde, según las cifras del Instituto Nacional Electoral (INE), 16 millones de personas entre los 18 y 34 años salieron a votar para derribar al partido en el poder y darle su voto de confianza a MORENA.
La participación activa de la juventud en el país
Las personas jóvenes tienen que ser parte fundamental de las decisiones del país ya que representan el 30% del total de la población. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) actualmente 37.7 millones de las 125.5 millones de personas que habiten en México son jóvenes, es decir, tienen entre 12 y 29 años.
La participación política se ha convertido en un derecho humano fundamental para todas y todos. Esta evolución, o revolución, ha permitido ver caras nuevas llenar de caras nuevas los espacios desde donde se dirige a la nación; generando nuevos proyectos enfocados a atender de raíz las problemáticas sociales, que garanticen igualdad de condiciones para todos y todas.
Que haya más participación de personas jóvenes en la vida pública del país o que ocupen puestos de toma de decisiones es una realidad que cada vez se fortalece más gracias a los esfuerzos que el Estado ha realizado para hacerlo posible, muestra de ello es la reciente reforma al articulo 55 constitucional, permitiendo que disminuir las edades para aspirar a un cargo de diputación o una Secretaría de Estado, requiriendo tener mínimo 18 y 25 años, respectivamente.
Es importante destacar que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador es el que más ha invertido en las y los jóvenes. Con su programa insignia, Jóvenes Construyendo el Futuro, se han destinado 112 millones de pesos para beneficiar a 3 millones de personas, además de apoyar a 14 millones con becas y 600 mil jóvenes en la búsqueda de empleo a través del Servicio Nacional del Empleo.
Imagen: El Sol de Puebla
Debemos dejar de pensar que las y los jóvenes son el futuro de México, porque en realidad son el presente. Hay que continuar creando políticas públicas que generen espacios dignos e incentiven a las juventudes de los 32 estados del país a ser parte del rumbo de la nación.
Garantizar la participación de todas y todos es esencial para avanzar en la construcción de un país más justo y equitativo, en donde todas las expresiones y puntos de vista sean bienvenidas; garantizar que todas las voces sean escuchadas es un acto revolucionario.
