En una reciente victoria para el Gobierno de México, la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE) ha emitido un fallo preliminar que permite la adquisición estatal de 13 centrales eléctricas de la empresa española Iberdrola, un acuerdo valorado en 6,000 millones de dólares. Este movimiento, aclamado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, marca un punto de inflexión en las relaciones entre el Estado mexicano y la corporación eléctrica española, tras un periodo prolongado de tensiones.
En conferencia “La Mañanera, el Presidente Andrés Manuel López Obrador habla de la decisión de la COFECE sobre compra de plantas eléctricas
López Obrador, hablando desde Palacio Nacional, reveló su sorpresa y satisfacción por la decisión de la COFECE, considerándola un avance significativo hacia la consolidación de la soberanía energética de México. “Yo ni esperaba que aprobaran”, comentó, reflejando el escepticismo inicial ante la posibilidad de un veredicto favorable debido a la histórica fricción con la entidad reguladora y la propia Iberdrola.
Combatir la desigualdad con una mejor distribución de la riqueza, del ingreso y del presupuesto es una de nuestras más importantes tareas. Conferencia matutina https://t.co/fJ0Y1D0c4n
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) February 16, 2024
El acuerdo establece que México Infrastructure Partners y el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin) se harán cargo de las plantas, sujetos a cumplir ciertas condiciones impuestas por la COFECE para evitar concentraciones de mercado que podrían afectar la competencia. A pesar de estos requisitos, el presidente aseguró que el pago a Iberdrola se efectuará puntualmente el próximo 26 de febrero, marcando el cierre de este trato histórico.
La relación entre el gobierno de López Obrador e Iberdrola había estado marcada por discrepancias significativas, centradas en acusaciones de trato preferencial hacia la empresa durante administraciones anteriores. “Iberdrola tenía muy buenas relaciones con políticos del más alto nivel”, afirmó López Obrador, quien también recordó sus propias disputas con la compañía antes de llegar a un acuerdo. Sin embargo, el tono del presidente fue conciliador, subrayando el propósito común de beneficiar al pueblo mexicano y la postura constructiva de Iberdrola durante las negociaciones.
Este episodio también sirvió de pretexto para que López Obrador reiterará sus críticas a la COFECE, organismo que, según él, fue creado para proteger los intereses empresariales en detrimento del interés público.
El presidente mencionó que, aunque la COFECE impuso restricciones para evitar que las plantas adquiridas se integren directamente a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) —bajo el argumento de prevenir la formación de un monopolio estatal—, su administración buscará formas de cumplir con estas condiciones sin comprometer su objetivo de fortalecer la CFE. Además, López Obrador aprovechó para recordar la propuesta de reforma enviada al Congreso, destinada a eliminar la COFECE y otros organismos autónomos, como parte de su plan para centralizar el control estatal sobre sectores clave de la economía.
La adquisición de las centrales eléctricas a Iberdrola representa no solo un cambio en la política energética de México, sino también un realineamiento de las fuerzas dentro del sector eléctrico nacional, con implicaciones profundas para la competencia, la regulación y la soberanía energética. Este acuerdo, enmarcado en la estrategia más amplia de López Obrador para reforzar el papel del estado en la economía, señala una nueva era en la gestión de los recursos energéticos de México, poniendo de manifiesto el compromiso del gobierno con una visión de independencia y autosuficiencia energética.
