El día de ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó su sexto y último Informe de Gobierno, en un Zócalo completamente abarrotado, con lo que dio inicio de la cuenta regresiva hacia el final de su sexenio, que concluirá el próximo 30 de septiembre. El evento fue una mezcla de despedida y celebración, un acto simbólico en el que López Obrador reflejó los logros de sus seis años de administración y reafirmó su conexión con el pueblo.
El mandatario llegó acompañado por su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, y sus hijos José Ramón, Andrés, y Gonzalo, así como por Claudia Sheinbaum, la presidenta electa, y miembros de su gabinete legal y ampliado. También estuvieron presentes gobernadores de Morena y partidos aliados. Durante más de dos horas, el presidente informó sobre los logros de su gobierno, donde abordó temas como la economía, los programas sociales, y la seguridad.
Desde temprano el Zócalo de la Ciudad de México comenzó a llenarse con simpatizantes provenientes de diferentes estados del país. Desde la madrugada decenas de personas llegaron al primer cuadro del Centro Histórico, en espera de que la policía abriera el acceso, lo cual ocurrió a las 7:30 de la mañana. Al abrirse las puertas, miles de personas corrieron hacia el Zócalo para encontrar un lugar cercano al escenario y escuchar al presidente.
El ambiente en el Zócalo fue festivo y variado. Vendedores ambulantes ofrecían artículos curiosos como los «peje raspados» y banderas nacionales con la imagen de «AMLITO», una versión caricaturizada del presidente. También se podían encontrar pancartas y muñecos caricaturizados de López Obrador, así como mensajes de apoyo al mandatario. A pesar del fuerte calor que se sentía en la plaza, los simpatizantes se mantenían entusiastas con cánticos y consignas de apoyo, como “¡Es un honor estar con Obrador!” y “¡Honesto, valiente, así es mi presidente!”.
A las 10:35 de la mañana, la Puerta de Honor de Palacio Nacional se abrió para dar paso al presidente López Obrador, quien fue recibido con una ovación ensordecedora. El fervor de la concurrencia era palpable, una muestra de la conexión que el presidente ha cultivado con sus seguidores a lo largo de su mandato.
Un momento de participación ciudadana en el Zócalo: votación a mano alzada
Durante su discurso el presidente no solo destacó los logros de su gobierno, sino que también organizó una votación a mano alzada sobre la reforma al Poder Judicial, un momento que capturó la atención tanto de los asistentes como de los medios de comunicación. “A ver, aquí vamos a hacer una consulta, aunque mañana nos van a criticar, pero es muy divertido”, dijo, provocando risas entre los presentes.
López Obrador pidió a los asistentes que levantaran la mano para expresar su opinión sobre quién debería elegir a los jueces y ministros: el presidente y los senadores o el pueblo. La respuesta fue contundente: una multitud de manos se levantó cuando preguntó quiénes preferían que el pueblo eligiera a los jueces y magistrados, mientras que ninguna mano se levantó para la opción de que los eligiera el presidente y los senadores.
“Bueno, esto ayuda a entender cuál es el sentimiento del pueblo”, comentó el presidente, lo que generó aplausos y gritos de apoyo de la multitud. Este acto simbólico reforzó su mensaje de que la voluntad popular debe prevalecer en las decisiones importantes para el país.
El evento culminó con tres «¡Viva México!» que resonaron en la plaza, un cierre emotivo para un día lleno de simbolismo y celebración. Este Sexto Informe de Gobierno no solo marcó el fin de la administración de López Obrador, sino también el fin de una era para muchos de sus seguidores que ven en él al dirigente de un movimiento de transformación.
A medida que el evento concluía, los simpatizantes continuaron mostrando su apoyo y entusiasmo, gritando consignas y coreando «¡Fuera Piña, fuera Piña!», en referencia a la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Piña Hernández.
Con este acto, López Obrador cerró un capítulo importante de su vida política, que deja un legado de participación ciudadana y un llamado a la continuidad del proyecto de la Cuarta Transformación. A medida que se acerca el final de su mandato, el presidente continúa siendo una figura polarizadora pero innegablemente influyente en la política mexicana.