El proceso interno de Morena en el cual, a través de encuestas, resultó electa Claudia Sheinbaum Pardo como Coordinadora Nacional de los Comités de Defensa de la Transformación, fue un ejercicio democrático sin precedente, que dejó en claro que en la 4T la gente es quien manda.
El proceso, que se llevó a cabo con la mayor cantidad de candados posibles para darle legitimidad y transparencia, terminó con la oscura tradición presidencial que privaba entre la oposición: “el dedazo” a través del cual el jefe del Ejecutivo era quien señalaba a quien debía sucederlo en el cargo.
Las encuestas no solo se llevaron a cabo con apego a los acuerdos establecidos al interior de Morena, con la aprobación de quienes participaron en el proceso, sino que utilizaron boletas especiales, de forma circular para no darle preferencia en la posición a nadie, se imprimieron en papel de seguridad con folio único y código QR, y además fueron firmadas por las y los representantes de cada aspirante.
¿Pero por qué las y los electores que participaron en la encuesta optaron por Claudia Sheinbaum?
La respuesta remite al trabajo realizado por la ahora líder del movimiento de transformación del país, quien recorrió las 32 entidades de la República en dos ocasiones, visitó comunidades de pueblos originarios, centros urbanos, se reunió con representantes del empresariado nacional y local, convivió de cerca con el pueblo y con todos los sectores de la sociedad, es decir, siguió los pasos que llevaron a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador: caminó por el país, hizo militancia.
Lo antes expuesto resulta clave para comprender la adhesión de millones de mexicanas y mexicanos al proyecto de nación que ahora encabeza la doctora Sheinbaum, quien aun cuando estuvo imposibilitada para hacer propuestas concretas en las asambleas informativas que llevó a cabo, supo capitalizar tanto el trabajo que realizó al frente de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, como el que ha llevado a cabo el presidente López Obrador en todo el país.
Así, la llamada revolución de las conciencias, que se traduce en la adquisición de conciencia política y social por parte de la población, rindió frutos para ambos, pues a diferencia de los gobiernos de la oposición que engañaban al pueblo con mentiras para obtener el voto, tanto en el caso de Claudia Sheinbaum como en el de AMLO los hechos fueron los que hablaron de manera irrefutable.