Primero que nada celebro y felicito la gran iniciativa de P4TRIOTAS, encabezado por queridos amigos y amigas del movimiento por la transformación de México, por contar con un medio de información fresco y veráz que permitirá mantener actualizados a nuestros lectores en temas de interés nacional.
México y, en general, el resto del mundo enfrentan hoy en día la situación del mercado laboral más compleja y desafiante de la historia. Los cambios tecnológicos, no sólo cada vez más veloces sino aparentemente inagotables, de la industria 4.0 sumados a los efectos de la peor pandemia que la humanidad ha enfrentado en años han transformado drásticamente el escenario de la actividad económica y han modificado, probablemente de manera permanente, formas de producción, distribución e, incluso, las preferencias y comportamiento de los propios consumidores, afectando inevitable y fuertemente al mercado de trabajo.
Actualmente, puestos de trabajo evolucionan constantemente, muchos más desaparecen y cientos más surgen pero con la problemática de que no existen perfiles suficientemente capacitados para cubrirlos, generando un problema para empleadores, que no pueden cubrir adecuadamente sus plazas, causando baja productividad y poca eficiencia en sus procesos, así como para los trabajadores que tienen que enfrentar los terribles males del desempleo, subempleo y bajos salarios.
Como todo gran reto, esta situación también presenta enormes oportunidades y México ya cuenta con una valiosa, aunque tal vez no muy conocida, herramienta para enfrentarla: el Sistema Nacional de Competencias, que regula e impulsa el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales (CONOCER) del Gobierno de México, entidad cuya cabeza de sector es la Secretaría de Educación Pública.
Pero, ¿Qué es una competencia? Las competencias se refieren al conjunto de destrezas, habilidades y conocimientos adquiridos por una persona y que, al ser observables, pueden ser entonces certificadas por un tercero.
Desde esta simple definición, ya se observa una clara ventaja comparativa del enfoque en competencias: la práctica. A diferencia de exámenes y grados académicos tradicionales, de los cuales es sabido que no necesariamente garantizan el buen desempeño en el trabajo y que, con cierta frecuencia, pueden discriminar a grupos vulnerables, la certificación de competencias reconoce el trabajo en la práctica, de forma observable y en muchos casos tangible, sin importar como ésta fue adquirida. Es claro, entonces, que la certificación de competencias debe dar certeza a los empleadores de que una persona en verdad cuenta con las habilidades, destrezas y conocimientos para realizar la actividad laboral para la que fue contratada.
Lo anterior no significa que la certificación de competencias esté peleada con el sistema educativo tradicional o sea incompatible. Al contrario, es un complemento perfecto para reforzar planes de estudio y perfiles profesionales, agregando un elemento práctico a lo aprendido en las aulas. La era en la que una persona estudiaba y alcanzaba un grado académico para después hacer carrera en una sola empresa o institución toda su vida terminó hace mucho. Un grado académico o un título universitario ya no son suficientes, hace falta promover la búsqueda de nuevas habilidades y la capacitación continua de los empleados para no quedarse atrás en este mundo globalizado.
Y, ¿Cómo funciona el modelo de certificación de competencias? El primer paso para implementar la certificación de competencias es la normalización, que se refiere a estandarizar las distintas actividades laborales, mediante la elaboración de Estándares de Competencia. Estos estándares son desarrollados por los expertos seleccionados por cada sector usando la metodología del CONOCER, el resultado es un documento que establece las mejores prácticas para realizar una función laboral, descritas por los propios expertos de la misma, con la participación de los sectores productivos, educativo, social y de gobierno. Es decir, los propios empleadores y principales actores definen sus requerimientos y necesidades y los plasman en un Estándar de Competencia, para posteriormente utilizar ese estándar en la evaluación y certificación de personas, lo cual, como ya mencionamos, garantiza que pueden desempeñarse en su actividad laboral de acuerdo a los niveles de calidad que exigen los puestos de trabajo.
Resulta entonces evidente el potencial que tiene la certificación de competencias para cerrar la brecha laboral que se mencionó al inicio, pues sin duda ayuda a las distintas industrias a identificar sus necesidades de una manera ágil y responder a los cambios tecnológicos, incrementando su productividad y competitividad.
Todo esto podrá sonar muy atractivo para las diversas industrias y empresarios, pero ¿En qué beneficia a la gente, a los trabajadores? Pensemos, por poner un ejemplo, en una mesera o un albañil, que llevan toda su vida trabajando y por lo tanto cuentan con un gran nivel de experiencia, pero que, lamentablemente, no tuvieron de pequeños la oportunidad de estudiar, quizás sólo tengan concluida la primaria o tal vez ni eso. El CONOCER les brinda la oportunidad de obtener un documento oficial que reconoce esa valiosísima experiencia que poseen, brindándoles tanto mejores posibilidades laborales como reconocimiento social y personal.
Esa es una característica fundamental la normalización y certificación de competencias laborales en México: la inclusión. El modelo del CONOCER es inclusivo: puede ayudar a empresarios a cubrir de mejor manera sus plazas de trabajo, reduciendo sus costos de reclutamiento y capacitación; puede robustecer los perfiles de profesionistas, contribuyendo a su especialización y a su adaptación ante cambios tecnológicos; puede preparar mejor a los estudiantes, conforme las instituciones educativas incorporen Estándares de Competencia en sus planes educativos, de forma que salgan mejor preparados a la hora de buscar empleo y; puede otorgar una primera oportunidad a quienes siempre se les ha negado pues no tiene barreras significativas de entrada ni requerimientos previos.
Esto ha sido evidente en la actual administración. Si bien, el CONOCER lleva 27 años de operación, a partir de 2019 gracias al impulso del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, el CONOCER ha tenido un enfoque mucho más integral, abarcando varios sectores que antes se ignoraban. Ha trabajado en los temas de mayor relevancia nacional como la seguridad pública, la lucha anticorrupción, la promoción del deporte y la atención a grupos vulnerables, como lo son los pueblos originarios. Ha participado en programas fundamentales para la transformación que experimenta el país como “Jóvenes Construyendo el Futuro” y la certificación a migrantes en retorno a través de “México Reconoce tu Experiencia”, todo esto sin dejar de lado al sector privado, uno de los principales motores del crecimiento económico, y buscando incluso alianzas y oportunidades de certificaciones internacionales con los países tanto del T-MEC como de la Alianza del Pacífico. El Sistema Nacional de Competencias le abre la puerta y beneficia a toda la población de México.
No cabe duda que la mayor riqueza de una empresa, institución u organización es su gente, por lo tanto, la mejor estrategia que pueden tomar es fortalecer a las personas, capacitándolas y fomentando la adquisición de nuevas habilidades y conocimientos. La normalización y certificación de competencias es clave para lograr esto, apostemos por este modelo, es la mejor inversión.