Lopez Obrador
Cuando se carece de argumentos, cuando el odio y la visceralidad les gana a las ideas, cuando la radicalización impide una visión objetiva y serena de las cosas se recurre a la ofensa, a la denostación, al discurso del odio en lugar del debate serio y la confrontación ideológica y programática en materia política. Algo similar le ocurre a Claudia Sheinbaum, quien ha sido blanco de ataques por su condición de mujer, por su físico, por su tono de voz, por su origen étnico. Tales injurias revelan, no las debilidades de Claudia, sino los defectos éticos de los atacantes.
Una de esas acusaciones gratuitas es que la compañera Sheinbaum imita al presidente Andrés Manuel López Obrador. Entonces debemos preguntarnos: ¿realmente lo imita? La respuesta es sí, claro que lo imita. Imitar, según el diccionario, significa actuar, comportarse o hacer algo semejante a otra persona. Y, en efecto, Claudia es semejante a López Obrador.
Semejante en sus ideas, en su compromiso con los más pobres, en su determinación para combatir la corrupción, en su firme creencia en la austeridad, en su verticalidad moral, en su lealtad y amor a la patria, en su congruencia, en su anhelo de transformar a México para convertirlo en un país donde imperen la justicia, la igualdad y el derecho.
Esa es la semejanza que verdaderamente importa y trasciende en beneficio de nuestros y nuestras compatriotas. Las demás consideraciones son secundarias, incidentales y anecdóticas. Los defensores de los intereses mezquinos y egoístas no soportan a los defensores de las grandes mayorías porque ven amenazados el lucro y el enriquecimiento ilícito. Son quienes recurren a la calumnia o al sarcasmo de pasquín.
Por ello, quienes hemos optado libre y conscientemente por la opción que representa la única mujer en la contienda que desembocará en una encuesta nacional, no nos equivocamos cuando decimos: Es Claudia. Frase que no quiere decir otra cosa que ella es la política más semejante al presidente López Obrador.
Y cómo no va a ser así la doctora Sheinbaum, si ella lo ha acompañado en su lucha valiente y denodada por más de veinte años, soportando, al lado de ese gran líder social; represión, sinsabores y fraudes electorales. Cómo no va a ser semejante a López Obrador si este último resulta un político susceptible de imitación que impacta la sensibilidad de personas honestas y francas.
Entonces, podemos afirmar sin temor a equivocarnos: Claudia Sheinbaum, en efecto, representa la continuidad, que no el continuismo. Encuentro la siguiente diferencia: continuismo es una reproducción exacta, inalterable, pero estancada; continuidad, en cambio, es la semejanza, pero propensa a la evolución, a la mejora constante.
Una mujer, con las cualidades académicas, científicas e intelectuales de la Dra. Sheinbaum, sólo puede ser portadora de esta última. Sí, Claudia es semejante a Andrés Manuel López Obrador. Y si en el 2024 llegara a la Presidencia de la República, debemos celebrarlo en grande; de no ser así, de llegar quienes representan a los políticos que destruyeron y saquearon a México, tendríamos que lamentarlo. Pero ello, estoy segura, no sucederá. El pueblo ha aprendido quién es quién.
Por: Mirna Maldonado