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La educación genera condiciones psicosociales que promueven el desarrollo personal en sus diferentes dimensiones

La educación

“Yo no estudio para escribir, ni menos para enseñar (que fuera en mí desmedida soberbia), sino sólo para ver si con estudiar ignoro menos”, confesó con gran humildad Sor Juana Inés de la Cruz, una de nuestras grandes pensadoras mexicanas quien, por cierto, tuvo que aislarse en un convento para recibir la educación que tanto anhelaba debido a que en esa época a las mujeres mexicanas no se les permitía entrar a una escuela, menos a la universidad. 

La educación es la clave para combatir la ignorancia

Sin duda, la educación, formal e informal, fue y será clave para abatir la ignorancia, el acceso al pensamiento y al conocimiento que permitirán superar problemas de fondo respecto del desarrollo humano y social equilibrado e integral, donde cada persona cuente con las herramientas necesarias que en condiciones refuercen sus potencialidades y capacidades.

Estudios diversos reconocen y plantean aspectos de la educación que van desde la propuesta de un modelo para la enseñanza-aprendizaje, la formación docente, el análisis y repaso de lo que ha sido y es la investigación sobre la educación en nuestro país, reconociendo que la educación ha de ayudarnos a vivir mejor, dado que su quehacer es generar condiciones psicosociales adecuadas para promover el desarrollo personal en sus diferentes dimensiones. “Uno de nuestros retos, como educadores y educadoras, -señaló la especialista Marta Leticia Villaseñor- es encontrar los modos concretos de hacer realidad este propósito y ubicar a los diferentes contenidos en relación con ellos.” 

Desde esta propuesta de buena fe, el siglo XXI ha marcado otra pauta representativa que es educar desde la perspectiva de género, bien señala María Bertely que “la política educativa actual utiliza el incremento de la cobertura como la estrategia fundamental para lograr la equidad en la educación de niñas y niños; analiza la permanencia de las niñas en el transcurso de la educación básica, media y la superior.

Para lograr la equidad de género se plantea como desafío aumentar la calidad de la educación, incluyendo la formación del magisterio y la necesidad de que las autoridades educativas colaboren con diferentes instancias de educación informal y el movimiento de mujeres. Se encuentra que las políticas públicas y educativas abarquen estudios recientes de las necesidades de los educandos relativas a los contextos en su formación inicial y continua en el trayecto de vida”.

Estas propuestas y pensamientos nos comprometen a llegar a nuestro salón de clases con el compromiso de compartir conocimientos, de no hacer diferencias entre nuestro alumnado y motivarlos para que aprovechen cada día escolar. Coincido con María Leticia Villaseñor en que “la educación ha de ayudarnos a vivir mejor, dado que su quehacer es generar condiciones psicosociales adecuadas para promover el desarrollo personal en sus diferentes dimensiones.”

Sin duda, la presencia del profesorado es básica en esta misión y mi experiencia como académica, con 35 años de experiencia en instituciones de educación superior, lo comprueba cada día en el aula, cada vez que preparo clases, todas las veces que evalúo y oriento a mis estudiantes para persuadirlos de su valor, de la importancia de aprovechar todo lo que pueden aprender para convertirse en profesionistas disciplinados, brillantes y trabajadores.

Es una gran responsabilidad transmitir conocimientos, valores, costumbres y hasta formas de actuar. Motivar y despertar el interés, reunir los medios didácticos necesarios, evaluar para motivar y no para descalificar, actualizarse día a día, pero, sobre todo, siempre recordar que la educación es la llave esencial del pensamiento, la transformación y la calidad de vida, porque siempre es mejor ignorar menos.

*Es escritora, catedrática de la UNAM y la UAEH y fue la primera mujer en obtener un doctorado en Ciencias Políticas y Sociales, con especialidad en Comunicación, por la UNAM. Obtuvo la medalla Alfonso Caso, por el mejor promedio de su generación en la maestría. Premio Nacional de periodismo Rosario Castellanos (1990). Premio por la infancia (1991). Mención honorífica en el Premio Documentos y Estudios de la Mujer por DEMAC, Historia de Mujeres (1994 y 1996). Reconocimiento por la AAPAUNAM (2003) por su trayectoria académica. Medalla Omecíhuatl por el Inmujeres-DF (2013). Condecoración Leona Vicario, Madre Patria (2016) por el Colectivo Nacional de Sororidad. Galardón Socia Correspondiente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (Pachuca, Hidalgo, 2017).

Por: Elvira Hernández Carballido

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