Yucatán
La Cuarta Transformación (4T) de nuestra nación ha sido y es un reto complejo en lo social, económico, cultural y ambiental y, ciertamente, no ha sido sencilla ni exenta de polémica y amplio debate entre diversos sectores sociales.
En esa complejidad, se da uno de los mayores éxitos del actual Gobierno de la República: la 4T vino a revivir nuestra vida democrática, que estaba anestesiada y entumida, ya que incentivó el sano debate de ideas y reclamó la palestra para dirimir diferencias como no habíamos atestiguado en décadas. Las conferencia mañaneras del presidente López Obrador son claro ejemplo de un mandatario que comunica ideas y proyectos de manera directa, transparente y honesta al pueblo de México.
A la luz de la historia sabemos que estos procesos transformadores son perfectibles. Sin embargo, podemos asegurar que la 4T de la vida pública de México, ya entrado el siglo XXI, va por muy buena senda. En todo momento las tareas públicas emprendidas por el gobierno federal han estado a la altura de una sociedad que reclamó cambios enérgicos y definitivos en las maneras de ser y hacer del Estado Mexicano, pero con orden, paz social y, sobre todo, con un liderazgo empático y a la vez de fuerte.
El presidente, a todas luces ha respondido con creces al Reto Transformador que exigía nuestra Nación. Han sido tan formidables los resultados que los adversarios de la Cuarta Transformación se han confundido en demasía, algunos por no entender los nuevos paradigmas de la 4T, y otros, lamentablemente, por que ven francamente amenazadas sus posiciones de privilegio.
La enorme tarea de llevar justicia social a los mas necesitados, a través, de los programas del Bienestar la confunden con populismo; confunden con autoritarismo la mano firme del presidente para siempre tener como prioridad a los más pobres. Confunden con dispendio del erario los proyectos de infraestructura detonadores de desarrollo sostenible; confunden con adoctrinamiento las tareas de transformación de conciencias; confunden con “comunismo” la separación del poder económico del poder político.
Aseguran que la fortaleza de nuestra moneda y nuestra economía es pura fantasía, entre otros desvaríos de quienes no han entendido o no quieren entender los enormes logros en la tarea de construir un país con justicia social y sin corrupción.
Por fortuna el pueblo de México no se confunde, y así lo ha demostrado en las boletas electorales, y estamos convencidos que lo hará de nuevo en las elecciones del 2024. Eso sí, el gran reto es que en la siguiente etapa de la 4T, que en efecto es una etapa de continuidad, como se ha señalado recientemente, las mejores personas estén al frente de los gobiernos federal, estatales y municipales, así como de las administraciones públicas que se conformen.
Personas probadas en honestidad, lealtad, capacidad, experiencia y entendimiento de las grandes tareas de la 4T son las que deben ser llamadas a tomar la estafeta.
No cumplir con estos atributos pondría en riesgo los resultados y avances logrados por la 4T en la actual administración. El presidente López Obrador ya sentó bases sólidas para lo que sigue, además demostró que en las lides políticas la tercera es la vencida. En Yucatán contamos con liderazgos que cumplen y para gobernador sabemos igual que la tercera será la vencida.
Por: Janitzio Enrique Durán Castillo
